martes, 13 de mayo de 2008

Tres errores frecuentes sobre cuota

Por Constanza Moreira *
Publicado en La República 12-5-08
El miércoles de la semana pasada se presentó en el Parlamento el resultado de un estudio sobre la visión de la opinión pública y los políticos sobre la escasa representación femenina que existe en el Parlamento. Esta semana comienza a discutirse el proyecto de ley de cuotas en el propio Parlamento. Este proyecto tiene como objetivo que exista un "mínimo" de mujeres en las listas partidarias, con el fin de aumentar el número de mujeres en el legislativo. Es decir, pretende corregir la situación de desequilibrio entre hombres y mujeres en el Parlamento, a través de una modificación en la legislación partidaria. Si el proyecto se hubiera aprobado en la legislación anterior, hoy tendríamos diez mujeres más en el Parlamento.
Los resultados de los estudios presentados son concluyentes en mostrar que cuando se discute el tema de la cuota femenina, hay algunos errores frecuentes de apreciación. El primero, y quizá más frecuente, es considerar que la cuota limita la libertad del elector.
Este error consiste en creer que la cuota está "obligando" a los electores a votar por mujeres que no tienen tantos votos como los hombres, y que sólo están en ese lugar gracias a la cuota. El argumento que va de la mano con ese es que las mujeres tienen que ganarse su lugar en la lista igual que los hombres, y no merecer un "tratamiento especial". La idea subyacente a estas consideraciones es que los candidatos que votamos están allí porque se lo ganaron con sus propios votos. Este es el primer y más importante error de apreciación en relación a la cuota. En algún caso este razonamiento funciona bien: en general, para los que van encabezando una lista. Pero funciona muy mal en la mayoría de los casos.
En primer lugar funciona mal porque la libertad del elector, en nuestro país, es bastante limitada. La legislación electoral nos obliga a votar por un partido y por una lista, y no votamos en sentido estricto "personas". La inmensa mayoría de los ciudadanos sólo conoce a quien encabeza la lista, y a menudo, ni siquiera eso: se vota por una lista cuya referencia es una personalidad pública que ni siquiera la integra. Menos aún se conoce al resto de las personas que la componen: los posiblemente afectados por el sistema de cuotas. Además, las personas que integran la lista no están ahí por "los votos que tienen". Están ahí porque en un proceso de selección desde la cúpula partidaria, se tomó la decisión de poner a tales o cuales. Estos procesos de decisión no seleccionan los lugares en la lista por los votos que se tiene sino por su importancia estratégica dentro del sector. Esto puede ir desde tener buenas relaciones con el líder del sector hasta tener poder estratégico dentro del grupo. Razones que no están vinculadas con "los votos" que se tenga.
En segundo lugar, funciona mal la idea de que se pondrían mujeres con "menos votos" que los hombres, sólo porque la cuota lo exige. En realidad, con la legislación actual no sabemos cuántos votos tienen las mujeres y cuántos los hombres. En países donde el elector tiene la libertad de seleccionar dentro de la lista, o vota directamente a personas, podemos tener una idea del voto de unos y otras. Pero esto no es lo que pasa en Uruguay. Posiblemente, y de acuerdo a los datos que se tiene de la opinión pública, las mujeres (que son el 52% del electorado) estarían más inclinadas a votar mujeres que hombres, lo cual claramente inclinaría la balanza a favor de las mujeres. Pero en realidad, no es ésta una información de que disponemos.
En síntesis, el argumento que sostiene que las mujeres deben llegar "con sus votos" a ser elegidas, y no por la cuota, es básicamente erróneo. Nadie llega "con sus votos": se llega con los votos de una lista. Y es a estas listas a lo que apunta la cuota.
Un segundo error muy frecuente es el de sostener que la diferenciación de género no debería ser tan importante políticamente. Al final, nuestros representantes legislan para todos, y son representantes por eso. Lo que importa es que legislen bien, y que representen nuestras ideas o nuestros intereses. Este error también se da de bruces contra la realidad. Lo que muestra el estudio en el caso uruguayo, es que las mujeres hacen legislación para las mujeres, en mucho mayor medida que los hombres. Dicho así, parecería un argumento para "evitar" más mujeres en política, ya que, como los mismos hombres dicen, las mujeres se pasan haciendo lobby a favor de las mujeres. Y sí, es así. Sólo que las consecuencias de que las mujeres hagan política para la mujer, son positivas para la sociedad como un todo, en mucho mayor medida que las que se hacen para el hombre, y por una simple razón: la mujer es el eslabón más débil de la sociedad. Toda política que se hace para una mujer, es una política que tendrá un beneficio sobre los más débiles. No hay políticas hacia la infancia sin política hacia las mujeres. No hay políticas de erradicación de la pobreza sin política hacia las mujeres. Y más mujeres en política, es más política para las mujeres.
Un tercer error sobre el tema de la cuota, es creer que se puede disociar la idea de que "es bueno que haya más mujeres en política", una creencia que parece bastante extendida, de la idea de que haya que hacer algo en relación a eso. Esto es: admitir que hay un problema, pero no buscar forma alguna de solucionarlo. Buena parte de lo que pasa con el tema de las mujeres y la política, o no pasa, se explica por esta disociación. La inmensa mayoría de los legisladores, y de la opinión pública en general, consideran que "hay pocas mujeres en política" (y esto es, efectivamente así), y que "debería haber más". Hasta aquí, hay una congruencia perfecta entre lo que piensan los políticos uruguayos y lo que piensa la gente. El estudio presentado señala que "la población uruguaya se muestra en general a favor de una representación política más equilibrada por sexo: una mayoría piensa que debería haber más mujeres en el Parlamento (59,8%), y considera que sería deseable que los partidos incluyeran a mujeres en sus fórmulas presidenciales en las próximas elecciones (74,4%)." (En "Opinión, percepción y evaluación pública de las mujeres políticas en el Uruguay", Informe ICP-IDEA, 2008).
Sin embargo, cuando el tema es la cuota, las aguas se dividen: entre hombres y mujeres, y entre políticos y personas "comunes". Las mujeres son más favorables a la existencia de la cuota que los hombres. Y las personas comunes, que los políticos. De las personas que tienen una opinión formada sobre el tema de la cuota (un tercio de la población no tiene opinión sobre esto), el 76% está a favor. Claro que si el Parlamento funcionara como la sociedad, en este tema, al igual que en el de la despenalización del aborto, ya la balanza se hubiera inclinado hace rato por una solución positiva. Se puede argumentar que el Parlamento es soberano, y no tiene que hacer lo que la gente quiere o prefiere: que para eso la gente los votó. Para delegar en ellos la toma de decisiones políticas. Pero la definición más básica de la democracia es que en un régimen democrático, los gobiernos gobiernan de acuerdo a las preferencias de la gente.
* Politóloga. Universidad de la República.

domingo, 10 de febrero de 2008

DE GENEROS Y TELARAÑAS


Escribe: Adriana Cabrera

En diciembre, durante el Congreso del Frente Amplio, asistimos a un acontecimiento histórico en la vida del país. Por primera vez una mujer era propuesta para presidir la principal fuerza política en la realidad nacional. Sin embargo, y no por casualidad no hubo un solo discurso de género que fundamentara a favor de la candidatura de Constanza Moreira. El único discurso de género fue para fundamentar que el FA necesitaba un hombre fuerte y fue abucheado por buena parte de los congresales. ¿En discrepancia? ¿Por su falta de oportunidad? ¿Por lo de fuerte y no por lo de hombre? ¿O porque ponía el tema género en su mayor crudeza, como convidado de piedra, en medio del debate?
Ese gran elefante que se intentaba ocultar detrás de una columna, ese vacío, esa ausencia, ocupa lugar y es imprescindible analizarlo.
Se esgrimió por ejemplo, que había sido mal propuesta por el Pepe.
¿Hay acaso, en nuestra fuerza política quienes pueden proponer y quienes no? ¿Es posible seriamente considerar este argumento como un elemento de peso? Sin duda, no. El Pepe o el MPP no solo pueden sino que deben intentar resolver todos y cada uno de los problemas del FA como deben hacerlo también todas las fuerzas políticas que lo integran. Y por cierto, tiempo para el debate previo y para presentar otras propuestas hubo. Si no hubo propuestas alternativas fue sencillamente porque ésta es muy buena.
Se esgrimieron otros fundamentos, todos apuntando a la forma y no a los contenidos, que tuvieron un solo elemento en común, los oradores fueron todos hombres.

Esta película ya la vimos

El nerviosismo y la incoherencia en la argumentación es la misma que vivimos en nuestros hogares cuando el hombre tiene reunión en el sindicato, la mujer en el comité de base y no hay con quien dejar los nenes. ¿Quién va a la reunión?
Cuando planteamos la cuota en nuestras fuerzas políticas nunca faltan los que obvian cientos de estudios sociológicos que demuestran la discriminación y la falta de equidad en las oportunidades y aseguran que la participación femenina está dada por las garantías democráticas que nos prometen.
Sin ir muy lejos en el Primer Plan Nacional de Igualdad de Oportunidades y Derechos, presentado el año pasado, se informa que mientras que las mujeres dedican el 67% de su tiempo a un trabajo no remunerado (entiéndase hogar) y un 33% a uno remunerado (léase las 8 horas de trabajo diarias), el hombre dedica el 69% al trabajo remunerado y el 31% al trabajo no remunerado.
Cuando hablamos de relaciones de poder debería leerse que mientras los hombres se capacitan para gestionar la sociedad, las mujeres dedicamos la mayor parte de nuestro tiempo a capacitarnos para gestionar nuestros hogares. Esa desigualdad de base se proyecta en que las mujeres en cargos de representación o de gestión de gobierno no supera el 20%.

“No seré yo pero vos tampoco, que sea él”

¿Cómo se expresa esto culturalmente? Se expresa en que hombres y mujeres aceptamos como natural el liderazgo masculino y vemos con suspicacia el liderazgo femenino, incluso en organizaciones en las que la mayoría de sus integrantes son mujeres.
En nuestra sociedad el poder tiene cara de varón. Las mismas características que vemos como positivas en el hombre son mal vistas en la mujer. Si un hombre se postula para ocupar espacios de poder es emprendedor, tiene iniciativa y promete. Si lo hace una mujer es arrivista. Si un hombre levanta la voz es porque tiene carácter, si lo hace una mujer es porque es una histérica. Si un hombre tiene capacidad de generar pensamiento propio es inteligente, exhaustivo, abarcador. Si una mujer genera pensamiento propio, es un peligro, demasiado independiente, no consulta.

Uno de los cangrejos debajo de la piedra

Creo que sería muy bueno para nuestra democracia introducirnos en uno de los problemas subyacentes en el debate. Y que tiene que ver con que los postulados de género que nos unen a los frenteamplistas posiblemente no reúnan un íntimo consenso en una fuerza política claramente androcéntrica como la nuestra.
En medio de una telaraña de argumentos políticos de todo tipo y color, las mujeres frenteamplistas no supimos aquilatar en sus justos términos lo que se estaba tratando, como nos involucraba a todas y la oportunidad histórica que estábamos dejando pasar. Porque valga la aclaración, ninguna de las fundamentaciones en contra cuestionaba en lo más mínimo a Moreira ni en su integridad moral ni en su capacidad para asumir el cargo.
Su candidatura reúne cualidades que han sido destacadas como importantes en casos anteriores. Es una mujer que proviene de la academia, como el presidente saliente, Ing. Brovetto. Pero además, basta mirar las características de una buena parte de nuestros principales dirigentes en el gobierno para ver que no es una condición que haya operado como menor en otros casos. Tenemos en nuestro haber grados 5 en oncología, derecho penal, economía, etc., etc.
Una segunda característica que ha sido considerada históricamente como de consenso es que es independiente y de izquierda. No responde a ninguna fuerza política frenteamplista ni de las mayoritarias ni de las minoritarias. Ese hecho no solo ha dado garantías de equilibrio político interno en el pasado sino que tiene también importantes antecedentes en Seregni, Licandro, Crotoggini, Gomez Haedo, etc., etc.
Cabe preguntarse porqué esas cualidades son de peso cuando se trata de un compañero y no lo son cuando se trata de una mujer.
Quizá sea tiempo de enfrentar los desafíos que el Siglo XXI pone sobre la mesa. Uno de ellos la equidad de género en los espacios de poder.

lunes, 29 de octubre de 2007

Opiniones desde Maldonado

Escribe: Liliana Capece

En estos últimos meses hemos trabajado, o retomado la discusión de algunos temas que me merecen algunas opiniones.

Quiero compartir con ustedes algunos conceptos.

Considero que esta herramienta de trabajo y la puesta en escena de reuniones periódicas, tiene la doble función, de poner en publico la opinión del PVP. Y sumarse a algunas propuestas, pero además de ello tiene la enorme necesidad de poner estos temas de mujeres en la agenda propia.

Por ello pretendo que este colectivo se construya como colectivo y tome estos temas en su agenda de trabajo, desde las comisiones, desde los debates, lo integre a su discurso.

Hemos estado en la conversación desde Maldonado, tratando de avanzar en los temas de género, desde una pretendida bancada femenina con la participación de todos los partidos con representación en la junta, e incluso invitando a las mujeres del partido colorado, ya que éste partido no tiene representación local a través de ediles.

Desde el trabajo ejecutivo, siguiendo bien de cerca lo realizado por la oficina de la mujer en la IMM.

Para esta agenda nos habíamos marcado los derechos humanos, tomando los derechos humanos desde las mujeres, como decía nuestro presidente, no hay derechos no humanos, pero si hay derechos no mujeres.

La visión acerca de los derechos humanos continua siendo desde los varones, claro que no es tema de ellos solos, es que las mujeres no habíamos decidido hasta hace muy poco, ocuparnos nosotras de nuestros derechos.

Dentro de estos derechos, quisimos poner el acento en las conversaciones, en los derechos sexuales, y el trabajo que ha venido transcurriendo desde la reapertura democrática en nuestro país.

Para ello hacíamos notar lo que ha pasado y lo que pasa con los movimientos feministas y con los movimientos gay lesbico.

Veíamos desde el planteo legislativo algunas contradicciones y algunos paralelismos.

Anotamos un par de premisas.

Una- los derechos humanos son derechos humanas, comprenden a las mujeres y hay que precisarlo en los discursos.

Dos- como tales son universales. Entiéndase universales como todas.

Todas las mujeres residentes en este país sean negras gordas, indias feas ricas o pobres, indigentes, prostitutas o lesbianas.

Tres –ya existe una ley sobre discriminación-17781.

Cuatro- quienes violan los derechos humanos- humanas es el estado ( ¿de donde parte el no reconocimiento de tales derechos? Del estado; la discusión se da el estado debe garantizarlos como derechos para que la sociedad toda los reconozca, en nuestra sociedad de derecho, quien pone normas y leyes es el Estado)

La lucha de diversidad sexual –diversidad

Implica una redefinición de las políticas, de un modo de hacer política

Ya que estos modos tienen mucho que ver con las izquierdas en nuestro país, como se ha dado en muchos otros países

En este proceso particular del retorno a la democracia en Uruguay el encare de lo homo lo bisexual y lo trans no ha tenido mucha continuidad.

Es claro que el hecho homosexual no entraba, no entra en las ecuaciones del ciudadano de izquierda, del militante de izquierdas; talvez podríamos tomar los últimos dos periodos legislativos:

Desde los 90 los sucesos de globalizaciones nos sitúan en hechos que no veíamos o que no queríamos ver, situaciones de desigualdades que no queríamos plantearnos desde lo político y mucho menos desde las izquierdas.

( desde lo político no se tratan estos temas que si son ejes de discusión en lo social)

En esta escena política, los movimientos gay lesbico recién ahora se visualizan, y lo hacen solo en la capital del país, y van creando su perfil político, ahora no antes.

En otros países el retorno a la democracia, la salida de las respectivas dictaduras supuso una vivencia muy clara de desachate de destape, de tirar la casa por la ventana, las chancletas, los calzones.

Entonces rápidamente se dio forma a estos movimientos gay lesbicos

Se le dio forma a los movimientos feministas.

Ahora en Uruguay con una izquierda consolidada, única, este desachate fue muy aprisionado por la cultura del canto popular, nuestro querido pueblo intelectualizado.

La gran victoria era mostrar ese movimiento tan vivaz del canto, la poesía, las canciones, todo ello que implicó la gran resistencia del pueblo uruguayo. Recuerdan las vidrieras de las librerías de la época, la década de las imprentas, la poesía la novela hasta los ensayos rompían las vidrieras

Los teatros

Los cines

Todas las artes del país escritas, visuales, plásticas no mostraban más horror que la dictadura.

Todas las otras torturas de una sociedad hacia las personas pasó desapercibida.

No hubo sustento para otros movimientos.

No se los dejo emerger en toda su plenitud.

Y ahora aparecen, como de otro continente.

Por que también se necesitó que los exilios retornaran, los exilios de centro.

Esos aires frescos de otros horrores, esas ganas de apropiarse de las mismas luchas fueron lentamente dándole la palabra a otros actores los actores propios, que hoy, 20 años después toman la palabra por la diversidad en nuestro país.

Este movimiento ha tenido la particularidad de moverse, claro, y de ubicarse por fuera de los sistemas tradicionales de ideología política.

Lo que no ha sucedido con el mov. Feminista. (hago notar)

Su relación se viene dando con todos los partidos políticos y de manera muy sana sus demandas no son, no han logrado ser propiedad de la izquierda ni de la izquierda tradicional ni de la izquierda radical.

Para las mujeres queda muy claro que la famosa “construcción de identidades” y las definiciones de un yo tienen mucho que ver con los sistemas de poder, con las estructuras de poder.

Como veo mi cuerpo y que hago con él es una fuente permanente de manipulación política

Y mucho más desde los terrenos capitalistas.

Ahora hay que ver como se vive en nuestro país desde estos gobiernos progresistas.

Lo que me sugiere ahora es en esta etapa de solidarización, reincorporar al movimiento feminista en esa visión de identidades

Un respecto a lo diverso no se hace si no hay un cambio cultural y si desde los grandes gestores culturales no ponen este nuevo hecho del cuerpo en una agenda cotidiana y desde las vivencias cotidianas, quieramos ir hacia esa solidarización.

Entiéndase a los, partidos políticos como parte viva de esos gestores culturales.

Sin caer como en otros tiempos en un terrorismo intelectual, donde para hablar había que ser erudito y solo los entendidos podían hablar de sexo.

Con la enorme contrariedad que en el 78 o los 80 teníamos mucha más educación sexual que ahora, lo que hay ahora es más información acerca de que podemos hacer con nuestros genitales, pero no se nos educa para comprendernos como seres sexuados.

Decía

Yo ejerzo sexo

Yo sé de sexo

Yo estoy habilitada para hablar de sexo.

Decía, sumo y me da

Una- acceso a la información

Dos- desarrollo de capacidades

Tres- participar en las decisiones que atañen a mi cuerpo

Cuatro- promover ese estado solidario para ponerme en lugar de.

Como agente política que quiero ser, pretendo que quede bien claro qué quiero decir cuando digo “sujeto de derechos sexuales” “sujeta de derechos sexuales”.

Tengo claro que estos hechos tienen que ver con los procesos globalizadores

Cuando globalización es justo lo contrario a universalidad.

Porque lo global es solo difrutable dentro de lugares comunes de poder y de legitimidad.

Y aquí retomo lo del estado, por eso es tan importante que se traten en lo político estos temas, por que desde ese lugar corresponde crear ciudadanía, espacios de igualdad para asumir ciudadanía

Los derechos sexuales son derechos humanos.

Los derechos sexuales implican una desigualdad de género y una diferencia sexual

Para encajar esto en un marco legal, pasamos por esa contrariedad de lo público y lo privado.

Entonces debemos también buscar otras caras de democracia.

Es evidente que se puede elaborar otro mundo sexual de hecho sucede.

Ahora hasta donde es posible

Socialmente posible.

El derecho a vivir en diferencia –no en desigualdad.

Y la pelea por el placer

Esa otra búsqueda donde entramos todas, homo bi y hetero.

Aquí retomo lo del movimiento feminista.

Ya que esta realidad como tal, en este último periodo se ha desdibujado.

En el encuentro de mujeres de Maldonado,

De ha visualizado este hecho, el algunos casos,

por que muchas mujeres referentes ocupan espacios en lo ejecutivo, en lo legislativo. Ha sucedido un traslado de lo social a lo político

Y hoy por hoy no hay mujeres aguantando el mostrador.

Lo otro que ha conspirado con este movimiento, para su trabajo como movimientos la nueva ley de violencia domestica, nos ha volcado a todas a trabajar en esos terrenos, y para ello dejamos otras valiosas vestiduras que teníamos como demandas.

Una de ellas, esto de los derechos sexuales.

Cuando los mov. Gay lesbos toman el tema, el único camino, era hacerse fuerte desde lo más potable o sea los mov. feministas.

De tal manera sucede así, que cuando emergen en nuestro país, ya surgen como dos mov distintos, y en vez de ser hermanos de sangre se presentan como primos segundos. La vivencia de nuestro cuerpo es una pieza importante desde lo sicologico y lo sociológico, y eso va directamente vinculado a la capacidad que tengan las personas individuales en su propia construcción.

Y allí aparece otra vez el estado.

Ya que esa capacidad de participar tiene que ver con las oportunidades de igualdad que nos brindan las normas.

Y ese es otro de los temas que no deja de ser un escollo menor.

Somos un país del tercer mundo

Queremos avanzar tenemos derechos a para defender, pero contamos con la sutileza que tenemos derechos básicos sin satisfacer

Vivimos en un grado de sobrevivencia que no podemos saltearnos.

Y allí es donde lo político debe encontrarse con lo social. por eso es tan importante contar con esos movimientos vivos y corriendo.

El estado está embretado en cumplir con una agenda mundial, pero aún no se está en el cómo, y allí habrá que negociar, aquí dentro, entre uruguayos.

Por ello estos temas tan hacen a la reforma del estado de la queremos tratar.

A veces cuando uso las palabras como “ciudadanía” me da cierto temor, tengo la sensación que andamos en círculos, y que ciudadanía tiene que ver con contratos sociales con “estado moderno” y no nos podemos situar desde este Siglo XXI.

Avanzar

Buscar realmente buscar otras caras de democracia.

Desde el último encuentro en Maldonado nos ha quedado claro que bien claro que cuando hablamos de salud reproductiva es como mala palabra, y cuando queremos plantear el derecho a la salud que tienen las mujeres no nos comprendemos.

Hay que abrir espacios dentro de los sistemas de salud. No sé cuales

Una cosa es el derecho a la salud.

Salud integral todo.

Así como cuidamos las caries o la circulación de la sangre, el colesterol, las varices, cuidamos el útero y los senos.

Claro nadie se muere por un carie

Si nos morimos de cáncer de útero.

Ahora controlarme con un pap y una mamografía no me asegura mi libre circulación como ciudadana desde lo homo o desde lo bisexual

De hecho se sabe que cuando tenes relaciones con otra mujer también se contagia SIDA y todas las otras enfermedades de transmisión sexual.

Pero esta información no aparece en ningún protocolo, ni en ningún folleto médico de fácil acceso en cualquier policlínica de barrio

Con la hipocresía que los porcentajes de mujeres infectadas de SIDA y de papiloma virus, aumentan y aumentan.

Y solo se nos ocurre pensar que es debido al “machismo” que los hombres no quieren usar condón no usan condones.

Pero no se nos ocurre divulgar esta información para las lesbianas y mucho menos enseñarles a hacerse un parche preservativo.

Entonces de que hablamos cuando hablamos de estas cosas.

¿Qué decimos cuando decimos inclusión?

De qué hablamos.

No todos y todas nacemos iguales

Traemos diferencias físicas, intelectuales y sociales.

Nacemos con igual necesidad de lograr un bienestar fisicosicosocial.

Una sociedad globalizada consumista nos obliga cada vez más a repensar estos derechos.

Se es libre en la medida que se participa del mercado.

Y es en esos estadios de mercado donde el estado debería preservar sus lugares culturales.

Donde nuestros agentes políticos ya sea donde sea que operen deben marcar esa impronta.

Y si será cierto que hay cosas que pasan por otro lado.

Hace rato que en el concierto mundial científico se viene hablando del papiloma humano.

Un índice bien alto en nuestras adolescentes mujeres.

Pero tuvimos que esperar que ese índice fuera así de alto para abrir la boca.

Tuvimos que esperar esta afrenta del partido blanco con la vacuna para las niñas. Para poner el tema sobre la mesa.

Y ello que nuestra ministra es mujer y accesible

Entonces lo que se nos impone es que las normas deben abarcar cada vez más ciudadania, deben tener en letra escrita también, un articulo que asegure su seguimiento y que se le de a las mujeres más desprotegidas las oportunidades para valerse de ellas.

Y realizar su vida de mejor manera.

Cuando hablábamos hace como 20 años de una ley de concubinato,

Lo hacíamos desde las mujeres, tratando de proteger a aquellas mujeres solas, madres solteras, que se concubinaban y luego el hombre se retiraba o peor la sacaba de la casa y no tenia a quien reclamarle. El proyecto que vi no hace mucha referencia a aquellas cosas de las que anotaba hace como 20 años.

Pero si veo la preocupación si esa norma abarca o no a los homosexuales.

Entonces veamos que las exclusiones son más variables y variadas de lo que vemos en una norma.

Debemos promover desde estos espacios políticos, estos temas llevarlos hacia lo social, porque para una reforma del estado, necesitamos que todas las fuerzas posibles todas las bases posibles converjan aunque no halla consensos, hay que buscar los sitios de encuentro.

Yo espero que el próximo gobierno sea de izquierda, como éste, pero no temamos salir al encuentro de otros tantos temas fuera de agenda, porque nos vamos a quedar con una izquierda vacía.

Hoy somos izquierda, usemos esa realidad como fortaleza y oportunidad.

lunes, 1 de octubre de 2007



Avancemos desde nuestras fortalezas

El 29 de setiembre, en el local central del FA, tuvo lugar el seminario MUJERES AL FRENTE. La actividad organizada por la Unidad Temática de los Derechos de las Ciudadanas, que integramos, contó con la colaboración de las politólogas Inés de Torres y Verónica Perez, además del comunicador Carlos Requeña. En un clima de compañerismo, se intercambió sobre las dificultades que enfrentan las mujeres para participar en la vida política. Pero también sobre el compromiso y el desafío de incidir con un enfoque de género en la realidad de nuestro país.



La primera actividad consistió en un video en el que participaron Margarita Percovich, Daisy Tournée, y María Julia Muñoz, en tanto mujeres en cargos de representación política. En el mismo dieron su testimonio en relación a las dificultades y capacidades que han podido vivenciar en sus roles de gobierno.
La jornada continuó con tres exposiciones temáticas realizadas por expertos calificados.
La politóloga Verónica Perez, disertó sobre “Participación de las mujeres en la política” partiendo del diagnóstico de la participación de la mujer en Uruguay. Se constató el retraso de nuestro país en la materia, ocupando éste el 15º lugar en 19 países americanos. Se consideró ésta situación como un importante daño al derecho a la ciudadanía para con el género femenino, ya que las mujeres constituyen aproximadamente el 51% de nuestra población y ciudadanía supone tanto el derecho a elegir como a ser elegido.
Se distinguieron dos tipos de representación política: la representación descriptiva, basada en la composición real de la población y la representación sustantiva, que hace al modo de pensar, sentir, actuar e incidir en política de los diferentes sectores poblacionales.
El diagnóstico revela que ambos tipos de representación, están afectados en nuestro país desde la perspectiva de género, constituyendo una inequidad en lo que respeta a la igualdad de oportunidades.
La politóloga Inés de Torre expuso sobre “Comunicación Política”. En esta ponencia se distinguió la comunicación macro-política, constituida por los PPPP, los políticos y los medios de comunicación de masas, de la comunicación “micro”, o comunicación “cara a cara”.
La teoría comunicacional tradicional considera la comunicación como la “inoculación de una aguja hipodérmica”, que partiendo del emisor se dirige a un receptor pasivo, fenómeno denominado EMI-REC, en función del esquema comunicacional EMISOR-MENSAJE-RECEPTOR.
La ponente polemizó con el concepto, caracterizando a la comunicación política como una construcción, en función de sus diferentes vectores: políticos, medios de comunicación y diferentes agentes, decodificadores y trasmisores a la vez, para un espectro receptor más amplio.
Existirían pues, en función de un mismo mensaje, una multiplicación comunicativa determinada por la conjunción de los discursos de los diferentes decodificadores y trasmisores. En este proceso juega un importante papel la micro-comunicación o comunicación “cara a cara”.
Las mujeres tenemos un estilo comunicacional coloquial, práctico y afectivo, que nos dota de capacidades específicas para la comunicación política “cara a cara”, así como nuestra capacidad decodificadora de los sentidos poli-determinados o complejos y nuestra capacidad multiplicadora de los mismos. Si dicho estilo ha sido incorporado exitosamente a los medios de comunicación, ¿por qué nuestro discurso político, no sería entonces efectivo desde lugares de representación y gestión?
La exposición sobre “Marketing e imagen en la comunicación política” le correspondió al comunicador Carlos Requena. En la misma hizo referencia a la necesidad de la izquierda de desideologizar ciertos conceptos como el de “marketing” o “mercadeo”. El mensaje político tiene por objetivo convencer acerca de ideas y propuestas en competencia con otros.
Se caracterizó al mensaje político como “un mensaje a un buen amigo”, donde no se debe comunicar todo sino lo esencial, con claridad y precisión, para lograr una comunicación directa con el destinatario.
El destinatario de la comunicación política no es el “ciudadano universal”, por tanto, el mensaje político debe estar dirigido a un receptor específico, distinguiéndose el estilo comunicacional en función de ese destinatario y sus particularidades específicas.
El convencer con ideas a “un buen amigo” no se logra sólo con argumentos racionales, sino también con elementos emotivos. El discurso femenino no tiene mayores dificultades para expresarse con emotividad. “El mensaje político debe incorporar la ternura”, sugirió.
Posteriormente a la pausa del mediodía se procedió a funcionar en tres grupos en los que se distribuyeron las participantes con dinámicas de taller sobre “Las mujeres en la política” y “Formas de incidencia” cuyos resultados fueron volcados al final de la tarde a una plenaria.














jueves, 30 de agosto de 2007


Yo no aborto


Escribe: Lic. Adriana Cabrera Esteve
Integrante del Secretariado Ejecutivo del PVP

Yo no aborto, digo en el título y no es una consigna. La última duda personal, al respecto, se disipó totalmente cuando a las once semanas de embarazo una ecografía me permitió ver los latidos cardíacos de uno de mis hijos. Según la literatura, dejaba de ser embrión para convertirse en feto. Pero lo que me conmovió y deslumbró fue esa capacidad, casi mágica que tenemos los seres humanos de dar vida. Claro que, hay un límite entre las opciones personales y las obligaciones o normas éticas generalizables a todo el mundo. Pero es desde ésta sensibilidad ante el tema que ratificamos, una y otra vez, el compromiso por defender uno de los derechos básicos del ser humano, como es el derecho a la vida. Este es, diría yo, el piso desde el cual opinamos.

Ahora bien, cuándo la vida es objeto de derecho o mejor dicho, definir desde qué momento lo es, nos embarca en un conjunto de encrucijadas éticas en las que sin duda hay que incursionar, pero conscientes de las dificultades que el tema supone. Y como todas las verdades que se encuentran en el umbral del conocimiento, habrá que nadar entre el límite de la ciencia y el comienzo de la filosofía. Sin embargo, lo que parece cada vez más evidente, es que la defensa del statu quo no parece ser una buena forma de defender el derecho a la vida. Es más creo que con el objetivo de defender la vida, es imperioso despenalizar el aborto. Así lo demuestra la experiencia de otros países.

Según el informe brindado por representantes de la Facultad de Medicina a la Comisión de Salud Pública, que en el parlamento discute el proyecto de Ley de Salud Reproductiva, se estima que entre un 30 y un 50 % de los embarazos terminan en abortos. Eso equivale a una cifra aproximada de 30.000 abortos al año.

Estas cifras interpelan al conjunto de nuestra sociedad.
Si con las leyes vigentes, que algunos defienden, tenemos ésta cantidad de abortos, quiere decir que la legislación actual es absolutamente ineficaz e ineficiente al respecto. Porque a todas vistas, estas cifras demuestran que el aborto es un problema de salud pública.
Al decir de Michel Foucault, hay que levantar un acta de fracaso.
Todo parece indicar entonces, que excluir, ocultar, ilegalizar un problema es la mejor forma de convivir con él y hacerlo tolerable para todos. Siguiendo con Foucault, cuando analiza el por qué de la prisión y los ilegalismos, él supone que éstos “no estarían destinados a suprimir las infracciones; sino más bien a distinguirlas, a distribuirlas, a utilizarlas; que tienden no tanto a volver dóciles a quienes están dispuestos a transgredir las leyes, sino que tienden a organizar la trasgresión de las leyes en una táctica general de sometimientos”
[1].

Escondido en la caparazón de la ilegalidad, el aborto “vive y lucha”. Es por tanto un gran acto de hipocresía, una gran tomadura de pelo. Algo así como decirle a un paciente, “su cáncer es ilegal porque mata gente, vamos a prohibirlo”. El cáncer no es menos cáncer por el hecho de que no nos guste. Y en la prohibición también nos ahorraríamos los cuantiosos gastos que ésta sociedad hace para curarlo y debiera hacer para prevenirlo.
El aborto es un problema de salud pública y como tal, el único abordaje posible es tomarlo como tal, promocionar la salud, prevenir las situaciones de riesgo, curar cuando es necesario y prevenir las posibles secuelas. Nada de eso se puede hacer con un fenómeno que ocurre “en negro”. Por eso los países que legalizaron el aborto, no sólo no aumentaron su número sino que los disminuyeron drásticamente. Tal es el caso de países como Italia y Francia.
[2]

“En negro”, no necesitamos ver las condiciones de inequidad en que se produce. Las personas con buenos recursos lo realizan en condiciones decorosas y las que no tienen recursos lo hacen como pueden, o sea, mal, con enormes secuelas para su salud y a veces con riesgo de sus vidas. También evitamos analizar las condiciones de dominación económica y androcéntrica en las que se produce, en las que el cuerpo de la mujer se comporta como una mera variable de ajuste.

Despenalizar o “blanquear” el aborto, supone el único abordaje responsable ante un problema de salud. No se puede diagnosticar ni tratar una herida oculta. Para empezar, es necesario verla. Diagnosticarla supone, no solo verla en su fotografía como una instantánea, contando cuántos son, sino estudiar su evolución, sus factores determinantes, sus consecuencias. Supone admitir que la prevención no se realiza sólo con educación, que aún falta, sino también brindando a la embarazada las condiciones para que pueda continuar con su embarazo sin zozobras económicas, buscando soluciones prácticas como, por ejemplo, que el Estado deba mediar, como lo hace en las jubilaciones, para asegurar un subsidio decoroso, por maternidad, a la madre soltera. Supone la existencia de guarderías públicas en cada barrio para dar solución a problemas tan sencillos como “no tengo quien me lo cuide mientras voy a trabajar”. Supone aumentar las escuelas de tiempo completo para asegurar estudios y alimentación a nuestra infancia. Supone educar para que la sociedad entienda que el cuidado de los hijos es una responsabilidad de, por lo menos, dos y que no puede sobrellevarse sobre la base de la postergación de la mujer (madre o abuela). Por éste camino, cada vez va a haber menos mujeres que deseen repetir una experiencia que pueda jaquear una relación armónica con su mundo laboral y profesional, no sólo por una necesidad gregaria de integración social sino porque en la conservación de esa armonía se juega su subsistencia económica.

En el país que queremos construir, urge despenalizar el aborto tanto como resolver las inequidades. Inequidades sociales, económicas y de género, y también entre derechos de los adultos y derechos de la infancia. Mientras no resolvamos éstas situaciones, nuestra sociedad seguirá abortando 30.000 embarazos al año. Cuando digo “sociedad” incluyo, por supuesto, al clero y a los que no quieren la Ley de Salud Reproductiva.


[1] Foucault, Michel, Vigilar y castigar, Ed. Siglo Veintiuno, Madrid, 1975
[2] Brioso, Leonel, Iniciativas Sanitarias, Ed.Arena, Montevideo, 2007.

domingo, 22 de julio de 2007

¿QUE ES EL GÈNERO?

Escribe: Mg. ROSARIO ARREGUI.

Sexo es la diferencia sexual inscripta en el cuerpo; gènero alude a la significación que cada sociedad le atribuye. El gènero es un producto històrico de construcciòn social que "naturaliza" desigualdades y jerarquias, basadas en una operación lògica donde la diferencia entre los dos tèrminos (lo masculino-lo femenino), se ha conceptualizado como "lo uno o lo otro". En virtud de esta diferencia lo"uno" deviene sujeto y "lo otro" está problematizado , pudiendo llegar a visualizarse como objeto.

Los Estudios de Gènero, en un sentido amplio, refieren al conocimiento de los significados atribuìdos al ser varòn o mujer en cada cultura, y en los sujetos. Llamase gènero a la red de creencias, rasgos de personalidad, valores, conductas y actividades, que diferencian a hombres y mujeres.

En su especificidad más concreta, y es la de esta area de Equidad y Genero del P.V.P,, dichos estudios e investigaciones, apuntan a la deconstrucciòn de dichas desigualdades y jerarquìas ubicándolas como producciones històrico sociales, proceso en el cual emergen como diferencias "naturalizadas".

El gènero , desde esta òptica es una categoría de análisis que no debe estar omisa en el análisis polìtico-social. En tanto tal, es una categoría relacional. Hace a la relaciòn entre los gèneros masculino y femenino, que refieren al poder: la estructruraciòn de las relaciones de dominaciòn en el ámbito familiar, asì como la impronta de las mismas en la construcciòn de las subjetividades de gènero.

El gènero es una construcciòn històrico-social, donde es destacable el papel jugado por las instituciones sociales: religión, ciencia, medicina, orden jurìdico, etc..

El gènero es un concepto totalizador; nunca aparece en forma pura y sin embargo, tiende a invisibilizar otras determinaciones como clase social, raza, religión, etc..

El énfasis de esta àrea del PVP intenta sumar y enriquecer nuestros análisis, incorporando a los mismos una categoría como la de gènero, que aporta en si misma al diagnostico de situaciones de dominaciòn , explotaciòn y discriminación a la luz de la complejidad, de la diversificación de los sujetos sociales y la fragmentaciòn de los sujetos polìticos.



Bourdieu, cultura, poder y género

Escribe: Adriana Cabrera Esteve

Encontrar una herramienta teórica que nos ayude a ubicar los problemas de género en la sociedad, ha sido siempre difícil. Las ideas de igualdad propuestas por liberales y luego por socialistas, se suponía que debían incluirnos, sin embargo pronto nos dimos cuenta que no eran suficiente. Las teorías feministas adolecían de cierta parcialidad teórica. La subjetividad y la objetividad parecían no juntarse nunca, lo doméstico y lo social tampoco. Siglos de cultura patriarcal obligaban a la búsqueda de elaboraciones más ricas, de respuestas más específicas.

La teoría de campo de Pierre Bourdieu, sociólogo francés fallecido en 2002, tiene la virtud de permitir la integración de las diferentes miradas.

Lejos de la búsqueda de dogmas, sólo como una herramienta seguramente perfectible, presentamos lo que podría ser la aplicación de ésta teoría a los temas de género.

Pensar la relación entre campo cultural, campo de poder y género requiere, una breve mirada por la historia y una herramienta de análisis.

La historia.-

Los estudios sobre alfabetización en los países europeos muestran una inequidad inicial. Mientras que en el siglo XVII solo algunos hombres podían firmar, un siglo más tarde de cada cuatro hombres una mujer podía hacerlo. Una situación un poco diferente se daba en los países de religión protestante porque en ellos las mujeres estaban tan obligadas como los hombres a leer la Biblia. La escritura, era igualmente mal vista en las mujeres. Los sinsabores de la vida de Sor Juana Inés de la Cruz y sus luchas con su confesor para que se le permitiera escribir es una buena muestra de lo que sucedía en nuestro continente por esas épocas.

Mas cerca en el mapa y en el tiempo, en nuestro país, recién en la Constitución de 1934, se incorporaron los derechos de la mujer y en 1946 sus derechos civiles. La última profesión universitaria que se le reconoció a la mujer fue la escribanía, porque no se consideraba que una mujer pudiera “dar fe".

A principios del siglo XX los valores de la tasa de analfabetismo, en nuestro país, eran de 37.05 para mujeres y 33.9 para hombres. Sin embargo, con el ingreso masivo a la educación primaria, secundaria y terciaria que se produce a lo largo del siglo, la tasa de analfabetismo disminuye y se invierte la relación entre géneros, quedando en 2.72 para las mujeres y 3.74 para los hombres hacia las últimas décadas. La misma inversión se produce en los distintos niveles de la enseñanza. La escolaridad femenina es hoy superior a la masculina en todos los niveles de la enseñanza e incluso son más las estudiantes mujeres que los hombres. Según datos del Instituto Nacional de Estadísticas, de marzo de 2007, hay 88.300 estudiantes hombres contra 104.600 mujeres. Al mismo tiempo, y casi como muestra de que el capital cultural no es garantía de dominación en el campo de la cultura, la cantidad de decanas mujeres en la UDELAR nunca sobrepasó el 20% del Consejo Directivo Central.

A nivel internacional, la relación entre géneros ha mejorado también en el campo de la cultura, pero casi no conocemos clásicos de la literatura escritos por mujeres y si recorremos la larga lista de nombres de Premios Nobel de Literatura, encontramos aisladas a Gabriela Mistral, Selma Lagerloff, Toni Morrison o Nadine Gordimer y el número total de escritoras premiadas apenas alcanza la decena.

¿Cómo se expresa en nuestro país, el ingreso de la mujer al campo de la cultura en las relaciones de fuerza dentro del campo de poder?

En nuestro país, la Comisión Nacional de Seguimiento-Mujeres, realizó un monitoreo de la participación de las mujeres en el gobierno y en cargos de confianza política, que fue llevado a cabo por su propio equipo de investigadoras y publicado a mediados de 2006. De los 127 cargos políticos designados en el primer año de gobierno de izquierda, 27 fueron ocupados por mujeres, lo que significa un 21.3%. Aunque cuanto más alto es el cargo, menor es la presencia femenina. Sin embargo, en la elección directa a cargos legislativos, mejor indicador de cultura de género nacional por no depender de la voluntad política de un solo partido, en el Parlamento el 10,8 % corresponden a mujeres y en las Juntas Departamentales, un 17.1%. Cabe recordar que las mujeres uruguayas somos el 51% de la población.

La herramienta.-

Pierre Bourdieu, sociólogo francés aportó a la teoría el concepto de campo. El campo es un espacio social donde hay actores que se relacionan entre sí. Los actores tienen capital, este puede ser económico pero también puede ser simbólico. El capital simbólico de la mujer en una sociedad patriarcal está fuertemente devaluado. Históricamente se le ha adjudicado un lugar preponderante en el espacio familiar, en el que realiza una actividad de servicio y adquiere su valor relativo. A pesar de haber legitimado su lugar en cualquiera de los campos de la sociedad y contar con la educación para ello no es visualizada como tal. Siguen sin ser frecuentes máximos reconocimientos a mujeres y un capital simbólico negativo ha obligado a más de una escritora a esconder su nombre femenino, desde George Sand a J. K. Rowling.

Según Pierre Bourdieu, en los diferentes campos existentes en la sociedad, hay un sistema o entramado de relaciones sociales entre los actores que adquieren posiciones en parejas opuestos, por ejemplo hombre/mujer, campo/ciudad, doméstico/político, público/privado, rico/pobre, etc. Las relaciones de fuerza entre estas oposiciones definen al campo. Por ejemplo la relación de fuerzas entre hombre y mujer definen el carácter eventualmente androcéntrico del campo. Cada posición se define por su diferencia con las posiciones más próximas. De alguna forma, la teoría dualista del feminismo, encuentra en el concepto de campo cierto grado de inclusión y de completud.

Es necesario agregar que las posiciones no son fijas o continuas, por el contrario, si bien son relaciones estructuradas en torno a reglas, según las que se realizan actividades o se asumen roles que se determinan entre sí, se encuentran en lucha permanente por legitimidad. Esta legitimidad les da dominio, poder, y más capital simbólico que retroalimenta el sistema de legitimación. La dominación del hombre sobre la mujer es una expresión de esa lucha permanente en la sociedad, que tiene expresión también en el campo cultural y en el campo de poder.

El cambio es una lógica del campo y un producto de la lucha de posiciones. Cuando los actores cambian de lugar en el entramado social, lo hacen entre un conjunto de posiciones posibles. Las posibles posiciones de cambio que Bourdieu llama revolucionarias pueden ser ocupadas si ya existen como posibles en el campo, lo que él llama lagunas estructurales, además deben ser potencialmente aceptadas, en caso de no ser así él las califica de “ignorantes” o “ingenuas”. En otras palabras, para que la mujer ocupe un lugar relevante en el campo de cultural y el campo del poder, no es suficiente con la oposición entre géneros sino que también es necesario que el entramado social y el campo cultural hayan dado los saltos cualitativos o cambios revolucionarios que necesariamente lo anteceden, léase educación, desarrollo, protagonismo creciente y receptividad, que hayan hecho de esa posición una posición posible. Y además, en este desarrollo debe haber una suerte de “armonía preestablecida” o coincidencia.

“Las estructuras objetivas del campo de producción son el origen de las categorías de percepción y de valoración que estructuran la percepción y la valoración de las diferentes posiciones que ofrece el campo y de sus productos”.

“Cualquier transformación de la estructura del campo implica una traslación de la estructura de los gustos, es decir del sistema de distinciones simbólicas entre los grupos”, nos dice.

El campo existe en un tiempo determinado, el campo del presente, sus agentes y el conjunto de campos son contemporáneos. De alguna manera, la dimensión temporal lo limita.

Para Bourdieu el campo de producción cultural, se encuentra dentro del campo del poder y éste en el espacio social. Pero eso no quiere decir que en esa sociedad no haya por ejemplo, un campo de producción agraria o de defensa nacional con sus respectivos subcampos y consecuentes relaciones con otros campos.

Volviendo a una perspectiva de género, es previsible que en un campo de poder de hegemonía patriarcal, un hombre tenga mayor disposición a ocupar una posición central en el campo que una mujer. En el presente, según estudios del Instituto Nacional de las Mujeres, mientras que una mujer dedica el 67% de su tiempo a las tareas domésticas o no remuneradas, y un 33% a tareas remuneradas o de relacionamiento con la sociedad; un hombre destina el 69% a tareas remuneradas y un 31% a la vida doméstica. Esta distribución de tiempos especializa la construcción de saberes y destrezas por género y habilita a un aparente “mejor desempeño” de los hombres en las tareas remuneradas. Este “mejor desempeño” no está vinculado a una mayor capacidad profesional o técnica, como demuestran los datos del I.N.E., presentados con anterioridad, y probablemente tampoco a una mayor calidad de producción, pero sí a la capacidad de establecer vínculos, promocionar sus aciertos u ocupar espacios de mayor visibilidad y capital simbólico, e incluso, en algunos casos, capitalizar para sí esfuerzos que, con “buena onda”, realiza una mujer.

El motor del cambio es esa oposición permanente entre ortodoxia y “herejía”. Es decir entre los que por ocupar un lugar dominante en el campo tienden al conservadurismo y la preservación del orden simbólico existente y quienes impulsan una ruptura herética.

Solo el conocimiento de la estructura, permite avanzar a un nuevo estado. Para Bourdieu, el desvelamiento a través del análisis social de un campo es lo que permite su transformación.

La orientación del cambio depende del sistema de los posibles. El análisis de los mismos, lo llama proceso de objetivación, que permite tomar distancia de las criticas o ataques y adoptar un punto de vista objetivante.

En el campo los agentes tienen habitus. Este es el sistema subjetivo que opera, en buena parte, en forma inconsciente. Son las experiencias previas de los actores, su forma de sentir, de pensar, de actuar, sus prácticas y por ellas desarrollan expectativas, percepciones, predisposiciones, juicios. Los aprendemos en el mismo campo y están vinculadas a la posición que ocupamos en el campo y en la sociedad. O sea que el campo produce y reproduce habitus determinados como forma de autoreproducirse.

A esta suerte de condicionamiento o influencia que produce el campo sobre los agentes, Bourdieu le llama illusio. La illusio produce la idea de que determinados habitus son el único modelo a seguir. La illusio está más allá de la voluntad y la conciencia de los agentes del campo, crea una libido dominandi, y nos hace ver como naturales reglas o comportamientos funcionales al campo. No casualmente, illusio significa ironía en latín. La illusio es la que crea la magia de un juego que valga la pena jugar y es a su vez producto de ese juego.

En una perspectiva de género la illusio nos deja ver como natural tanto los valores estéticos y morales con los que nos miramos unos a otros, como nuestros roles en la sociedad. Puede crear la idea de que el único capital simbólico femenino que proporciona beneficios, prestigio o status, es una determinada actitud como docilidad o sumisión, o una determinada belleza física, en éste último caso por ejemplo, obrará como elemento rector en las prácticas destinadas a privilegiar el cuidado corporal antes que el desarrollo cultural o el protagonismo social. El resultado será una suma de habitus moldeados por las estructuras del campo.

Pero a no asustarse, también podemos leer en Bourdieu, una visión optimista en lo que respecta a la mujer o a cualquier actor y al campo de poder o cualquier otro campo, en sus análisis sobre estructura y cambio. En ellos afirma que “la iniciativa del cambio pertenece casi por definición a los recién llegados” aunque carezcan de capital específico. Existir es diferir, dice, “ocupar una posición distinta y distintiva,... sin tener necesidad de pretenderlo, en tanto en cuanto consiguen afirmar su identidad, es decir su diferencia, que se la conozca y se la reconozca, imponiendo unos modos de pensamiento y de expresión nuevos, rupturistas con los modos de pensamiento vigentes...”.

En resumen, la iniciativa es nuestra, siempre y cuando logremos afirmar nuestra identidad, nuestra diferencia, en fin, nuestra propia mirada.

Caetano, Gerardo, Conferencia en el marco del Curso de Derechos Humanos del FA, 2005.

I.N.E., Informe 2005, pag.web

CNS Mujeres, “No son suficientes”, Montevideo, Ed. CNS Mujeres, 2006

Primer Plan Nacional de Igualdad de Oportunidades y Derechos, Montevideo, Instituto Nacional de las Mujeres, 2007